miércoles, 13 de febrero de 2008

Al final de la jornada formúlate la siguiente pregunta: estás orgulloso de lo que hiciste durante el día?


Holi Amigas


Me encuentro hoy aquí estrenando mi Blog.
Este es un día muy especial para mí, ya que seria el cumpleaños de mi querido Abuelo Julián.
Así que hoy me sabrán disculpar, dedicare mi primera entrada al recuerdo de mí amado Abuelo.


Hoy rememoro aquí con mucha dulzura a quien fue sin duda el gran protagonista de mi infancia, mi adolescencia…en definitiva de mi vida, mi querido abuelo Julián (mi yayo como lo llamaba de muy pequeña).
Mi abuelo se enojaba, rezongaba, sonreía, trabajaba, me abrazaba, me daba besos y yo podía sentir ese hermoso perfume que emanaba su piel.
Mi abuelo era por otra parte un ser de una gran sabiduría, muy estudioso y gran aficionado a la lectura (algo que he heredado de él). Recuerdo aún algo que él decía siempre “Lo que natura no da, Salamanca no lo presta”. Pero también tenia la sabiduría que te da la vida, una vida triste, él de muy chiquito quedo sin su mamá… las guerras, el desarraigo lejos de su tierra y el dolor más profundo y doloroso el de tener a su otro hijo, mi querido Tío Julián en Francia, nunca pudo compartir con sus nietos, mis queridos primos, pero él se encargo muy bien de enseñarnos a amarlos como a nuestros primos maternos.
Saben, cuando vi la maravillosa película “La vida es Bella”, me sentí reflejada en ella cuando aquél maravilloso padre se desvivia para que su hijo no sintiese el dolor de estar en un Campo de Concentración. Mi abuelo jamás removia las tantas heridas pasadas y pude sentir que sólo fue, para que nosotras pudiesemos ser felices.
Por esto y mucho más, mi corazón y mi mente pueden seguir recordando todos aquellos hermosos momentos que viví junto a él, todavía puedo escucharlo canturreando alguna melodía mientras revisaba el galpón de las herramientas, acomodando y guardando un sinfín de veces los martillos, las cajas con clavos, tornillos, los montones de destornilladores (algo que mi padre ha heredado de él, aunque no tan ordenado).

Recuerdo cuando me preparaba el asado, bajo el techito de la entrada al galpón, en aquella pequeña parrillita que el tenia y que yo aún hoy conservo, aquí haré una confesión, jamás volví a sentir a la carne asada, preparada por otra persona que no sea él, aquel sabor que todavía sigue intacto en mí, yo creo y mi corazón siente que el verdadero secreto era y es, que era el asado que me preparaba él, mi querido abuelo, que me lo hacía con tanto amor.
Que hermosas aquellas vísperas de Reyes, era mi abuelo el que se encargaba de ayudarnos a mi hermana y a mí, a preparar los zapatitos (como decía él), el agua y el pasto para que cuando los Reyes llegasen con sus camellos a dejarnos los regalos pudiesen comer… nos levantábamos muy temprano después de una gran noche de espera, primero tomábamos los regalos de nuestra casa y luego corríamos a la casa de nuestros abuelos, que se comunicaban entre si, y podíamos ir observando dispersado en el camino parte del pasto que habíamos colocado, cuando llegábamos allí estaban los regalos en envoltorios de hermosos colores, recuerdo desde nuestra inocencia de niños, le creíamos a mi abuelo las maravillosas historias que nos relataba, de que los Reyes venían desde el Oriente junto con sus camellos los cuales estaban hambrientos y que por eso ya no encontrábamos el pasto y el agua que habíamos puesto la noche anterior y que él tan cuidadosamente se encargaba de sacar.
Aun hoy me veo observando embelezada a mi abuelo afeitándose (rasurándose diría él) con su navaja, que ceremonia maravillosa.
Serian muchas más las cosas que podría compartirles de este ser tan dulce, bondadoso, desinteresado y de una entrega total.

Sólo quiero decirles a todos que si tienen abuelos, cuídenlos, aprovechen el tiempo que aún les queda para disfrutar de su compañía, demuéstrenle todo su cariño, cúbranlos de mimos y háganlos todo lo felices que puedan. Porque no olviden que estamos de paso y no sabemos cuando nos iremos.
Para mí los recuerdos de mi abuelo son un tacto, un olor, un sabor reconocido que se posan todos los días de mi vida sobre mi piel y la traspasan hasta depositarse como siempre en mi corazón, donde aún vive, camina, habla, lee, rezonga, me besa, me abraza y me acompaña y que cuando yo siga su camino, él irá conmigo y ya nunca nos separaremos.

Al escribir este humilde homenaje a mi abuelo Julián,
enjuago mis lágrimas con su entrañable recuerdo. Sintiendo muy cerca de mi oído su melodioso timbre de voz que me dice: "¡Esa es mi nieta!" ...y yo le contesto emocionada y alegre a la vez, al rememorar los inolvidables momentos vividos junto a él:
"Adorado abuelo Julián siempre, siempre te amaré".
Iris


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